viernes, 26 de diciembre de 2014

Poema propio - Mi asesino


Las agujas del reloj
clavándose en mi pecho.
La sangre brotando a borbotones.
Las horas
poco a poco
tiñendose de rojo.
Caigo en batalla. Muero.
Mi asesino, el tiempo.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Relato propio - Los que vienen de arriba


"En el amor desinteresado de un animal, en el sacrificio de sí mismo, hay algo que llega directamente al corazón del que con frecuencia ha tenido ocasión de comprobar la amistad mezquina y la frágil fidelidad del Hombre natural". Edgar Allan Poe.

         El patrón me manda a bajar. Dice que hay cosas que tengo que hacer ahí. Yo siempre le he sido obediente, y como estar acá arriba, en casa, me gusta más que la idea de bajar, le pedí quedarme. Pero no. Al final mi buen comportamiento me juega en contra. El patrón dice que me quiere para este trabajo porque yo he sido siempre el más bueno y el más obediente. Dos o tres de mis amigos –que siempre andan volando por ahí –se sorprenden de lo ocurrido y hablan de mí. Lo sé. Porque mirá vos, Gabriel que siempre fue tan obediente, aun en la época esa en que Luciano le propuso… Bueno, en la época en que Luciano se fue más abajo por insolente y soberbio. Todos se acuerdan ¿Cierto? Ahora tengo que pensar qué voy a hacer. Porque irse abajo (No tan abajo como Luciano esa vez) es dejar mis cosas de acá arriba siempre ordenadas. ¿Y después qué? La incertidumbre, el pisar el piso sucio de las calles que siempre miro de acá arriba, cruzarme con esa gente que no sé cómo será realmente. No sé. Quizá me vaya bien, pero tengo miedo o algo parecido, es saberme arraigado a este estado de pacifismo constante, y es saber que luego de irme no voy a estar así. Es que seguro voy a extrañar, y a eso le tengo miedo. 

Volví de lo de doña María. Esa señora es de lo más benévola que pueda uno imaginar. Estuve viendo todo el día, junto con ella que me ayuda a organizarme, qué va a pasar con mis cosas cuando me vaya, porque tengo mujer ¿Sabe? Yo tengo una vida, y una casa y un montón de responsabilidades acá arriba como para irme así como así, tranquilo y sin pensar en nada ni nadie. Quién iba a decir que después de tantos años… Es como dice Agustín, los otros se sorprenden de que me negara a la petición del patrón porque siempre fui el más buenudo del grupo. Nunca falta el que anda tratándome de chupamedias o algo parecido. Pero no importa. Yo sé que todos son muy buenos también, si fuese distinto no andarían volando de acá para allá todo el día atareados, sólo parando a la tardecita a descansar y tomar una cerveza con la gente que llega todos los días y no ha parado de llegar nunca. Me pregunto, por preguntarme nada más, si algún día este lugar se llenará y habrá que mandarlos ahí, más abajo, donde El Patrón mandó a Luciano cuando se hizo el cabrón. No creo que pase, aunque quién sabe… A veces el patrón tiene esas cosas; no digo que no sea bueno, pero a veces comete unas equivocaciones que te dejan helado. 

Qué bárbaro. Acabo de venir de recepción, de donde se inscriben los recién llegados y ahí había un señor bigotudo, yo lo conozco, escribía libros y la gente lo quería mucho, aparte era muy exitoso. El señor se había quedado demorado ahí por una cuestión de papelerío. Siempre es lo mismo acá. La gente que llega tiene siempre esos problemas. En fin. Yo iba a la oficina de Pedro, él me tenía que hacer un papeleo para poder bajar, porque a estas cuestiones hay que blanquearlas y nada, cuestiones burocráticas si se quiere. <<Vas a ver que es lindo abajo>> me dice Pedro que se lo veía ocupado con el papelerío de los recién llegados. Yo me encojo de hombros y no sé qué contestarle. Me inunda la incertidumbre porque vaya a saber uno a dónde voy a ir a parar. Quisiera quedarme cómodo acá, aunque sé que el patrón no me mandaría si no tuviese una buena razón para eso. Seguro el trabajo es importante. Salgo y me choco a otro de los recién llegados y me da risa, porque era un hombre de la comedia, éste hacía de un nene pobre y de un superhéroe que era muy torpe. Personajes muy tiernos. Lo saludé al señor y le dije cuánto admiraba su trabajo y seguí mi camino. Cuando llegué a casa hablé con mi mujer que estaba algo triste por toda esta situación de que me voy y de que no sabemos por cuánto tiempo será. Le di un beso y un abrazo y le dije que no se hiciera drama. Que volara en paz y yo volvería, que el tiempo allá abajo es más efímero y era todo muy diferente según cuentan los que han ido ya a trabajar ahí. Lloró un tiempo largo, sollozaba y me preguntaba por qué -¡imagínese! ¡Me preguntaba a mí! –y yo meta decirle que no eran decisiones mías y que en realidad no sabía, pero que las cosas se resolverían y ella estaría bien arriba, que se calmara por favor. 

Dejé todo en orden y empecé a bajar. En un momento empecé a sentir que me cubría de pelos y que las alitas de la espalda se me metían. Eso duele mucho. Me di cuenta de que no veía más y me asusté. Me sentía chiquito y cuando intentaba hablar me salía un sonido extraño. Siento una lengua –porque tiene que ser una lengua seguro –que me lame la cabeza y arriba, siento que algunos hablan re contentos <<Es re chiquito>>, <<Es re bonito, sí. Mirá el hociquito que tiene>>, <<¿Cómo le vamos a poner?>>. Ahora me maldigo porque me di cuenta. Me han mandado a cuidar a una familia de los de abajo, porque al parecer con uno solo que cuide de ellos no les basta.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Poema propio: El Poema Oscurecido.


¡Hola después de tanto! Había abandonado este blog, pero hoy se rompe la racha, y para volver a comenzar con mis publicaciones -que esperemos, puedan ser semanales -les traigo un escrito propio, un poema al que titulé "El Poema Oscurecido". Espero que lo disfruten ¡Hasta la semana próxima!


EL POEMA OSCURECIDO

Sabias sombras
juegan en las mazmorras.
Y yo soy aire
soy agua
fuego
Nada

Un sueño sueña
la apagada estrella
Un sol sin luz
una cruz
una vela
Una misa
Un estigma

Palabras sin sentido (y de eso vos sabés)
y hablás sin parar
como cantando canciones inextricables
Xilófonos ancestrales
Costillas musicales.

Un montón de huesos muertos
que viven
negros
podridos
Que escriben este poema
Oscurecido.

domingo, 27 de julio de 2014

Jorge Luis Borges - La Casa de Asterión

   
       Últimamente estuve leyendo bastante a Borges, y como me pasaba que quería evitar que el blog quedase en el olvido, se me ocurrió publicar un cuento suyo que al menos a mí, me encanta. Espero que todos lo disfruten tanto como lo disfruto yo. 


La casa de Asterión
Y la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión.
Apolodoro: Biblioteca, III,I



            Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito)1 están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aqui ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la Tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el Sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo; aunque mi modestia lo quiera.

          El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro porque las noches y los días son largos.

          Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos). Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo:Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya veras cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.

        No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce (son infinitos) los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce (son infinitos) los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado Sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el Sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.

        Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que, alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?

       El Sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.

-¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.

martes, 8 de julio de 2014

Música inspirada en la Literatura.

  El cine no es el único arte que se ha inspirado en la literatura. La música a través del tiempo se ha inspirado siempre en temas literarios. La literatura es una inmensa influencia para la música. Así podemos encontrarnos con canciones o discos basados o inspirados en poemas, cuentos o novelas de distintos autores. En ésta publicación encontrarán canciones y discos de distintos géneros y estilos que se han inspirado en alguna obra literaria o algún escritor en particular. Personalmente, siempre me gustó escuchar canciones y bandas que tengan alguna referencia hacia la literatura y la mitología, y de vez en vez, me he puesto a buscar música con estas características. Seguramente, ésta publicación le será útil o le interesará a más de uno. También puede -aquel que quiera -aportar al blog con canciones o discos que referencien a la literatura y que no hayan sido mencionados acá. Begins


1- Rush - Tom Sawyer: Una banda que ha dedicado mucho a la literatura, son los canadienses Rush. Esta banda de rock progresivo, ha inspirado más de un trabajo en obras literarias que van desde Hemingway, Cervantes, hasta Twain; justamente, la canción que he escogido para presentarles en ésta humilde publicación que pretende mostrar algunas de las obras musicales, basadas en obras literarias está inspirada en el famoso personaje de Mark Twain "Tom sawyer". El tema fue escrito por Neil Peart en colaboración con el músico canadiense, Pye Dubois. 



  2- Pink Floyd - Animals: Los ingleses Pink Floyd (Otro gran grupo de rock progresivo) han hecho otro tanto metiéndose con la novela satírica de George Orwell "Rebelión en la granja" en su inmenso álbum conceptual, "Animals". Disco sumamente contestatario, y que sin ser musicalmente agresivo, puede transmitir mucha rabia. 


  3- Alan Parsons Project - Tales of Mystery and Imagination:  Seguimos con la lista, y es el turno de otro señor de los trabajos conceptuales (y el rock progresivo): Alan Parsons. Quien le dedicó todo un álbum conceptual a los exquisitos e inquietantes relatos de Edgar Allan Poe. Un disco -además -muy trabajado musicalmente, de los que he escuchado de Parsons, es posiblemente el que más me gusta. 



  4- Mercedes Sosa - Alfonsina y el Mar: Aquellos que somos argentinos, me figuro que hemos oído hablar alguna vez de Mercedes Sosa. Cuarta en esta lista, aparece la zamba "Alfonsina y el mar" compuesta por el pianista argentino Ariel Ramírez y el escritor Félix Luna. Apareció publicada por primera vez en el álbum Mujeres Argentinas (1969) de la conocida cantante de folclore argentino, Mercedes Sosa. Ésta canción es un homenaje a la poetisa, que se quitó la vida un 25 de Octubre de 1938, dejando un poema de despedida publicado por el diario La Nacion, que se titula "Voy a dormir". Dato curioso: meses más tarde, sus amigos Horacio Quiroga y Leopoldo Lugones (Ambos escritores) dejan este mundo, al igual que Alfonsina, suicidándose. 

  A podo de yapa, dejo el poema con el que Alfonsina Storni se despedía de este, nuestro mundo. 

Dientes de flores, cofia de rocío, 
manos de hierbas, tú, nodriza fina, 
tenme prestas las sábanas terrosas 
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame. 
Ponme una lámpara a la cabecera; 
una constelación; la que te guste; 
todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes... 
te acuna un pie celeste desde arriba 
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides... Gracias. Ah, un encargo: 
si él llama nuevamente por teléfono 
le dices que no insista, que he salido...


  5- Mägo de Oz - La Leyenda de la Mancha: ésta banda homenajea a la literatura desde el momento en que escogen su nombre. Que referencia a la conocida novela infantil "El Maravilloso Mago de Oz" de L. Frank Baum. Por el año 1998, los madrileños Mägo de Oz, sacaban a la venta su disco "La Leyenda de la Mancha", que estaba dedicado enteramente a la magnánima obra de Miguel De Cervantes, "Don Quijote de la Mancha". Este disco no sólo los llevó a un gran éxito gracias al sencillo "Molinos de viento", sino que es, al día de hoy, todo un clásico del rock español.



  6- Dark Moor - Mío Cid: Otra banda madrileña. Dark Moor es un grupo de Power Metal que pese a ser español, han optado por cantar sus canciones en inglés. Ésta banda, siempre ha rendido tributo a la literatura y la cultura europea. Encontrándose entre sus fuentes de inspiración a autores como J.R.R Tolkien, H.P. Lovecraft, Gustavo A. Becquer, Alejandro Dumas, Christopher Marlowe, Cyrano de Bergerac. La canción que escogí para presentar en ésta lista, referencia al cantar de gesta anónimo "Mío Cid", un clásico de la literatura hispana y universal que relata las hazañas históricas del caballero Rodrigo Díaz, el Campeador. 



  7- Anabantha - Poema 20: Desde Mexico DF, nos llega Anabantha, banda de Rock Gótico de cierto éxito en su tierra, cuyas temáticas incluyen el amor, el desamor, el olvido, entre otras. En el 2004, sacan un disco llamado "Acústico", donde nos encontramos con un par de tributos al poeta chileno Pablo Neruda: "Poema 20" y  "Agua Sexual"



  8- Dream Theater - Pull Me Under: Dream Theater es una banda Neoyorquina de Metal Progresivo formada en 1985 por el baterista Mike Portnoy (Debo dejar por expreso que mi admiración por este grupo es inmensa). Éste grupo se ha caracterizado por su enorme virtuosismo y la técnica de cada uno de sus miembros, que siempre ha dado qué hablar y les ha valido montones de reconocimientos. El quinteto tiene en su haber algunos discos conceptuales de gran éxito. Por el año 1992 publicaron su segundo álbum, el cual cosecharía muchas ventas y los llevaría a hacerse más conocidos en la escena estadounidense. De este álbum se desprenden dos grandes clásicos de su carrera: "Metropolis parte 1: The Miracle and de Spleeper" y "Pull Me Under"; éste último, basado en la famosa tragedia shakesperiana "Hamlet"

  

  9- Café tacvba - Las batallas: Café Tacvba, también conocida como Café Tacuba, es una banda mexicana de Rock Alternativo cuya canción "Las batallas" está inspirada en la novela "Las batallas del desierto" de José Emiliano Pacheco. 



  10- Legado de una Tragedia - Opera Rock Española: Por el año 2008 se reúne en España a un gran elenco de músicos (veintiún cantantes y casi cincuenta músicos en total) para homenajear a la vida y obra del famoso escritor estadounidense Edgar Allan Poe. Aquella Opera Rock, que tiene como protagonista al cantante Leo Jimenez (Quien interpreta a Poe) repasa la vida del autor y algunas de sus obras más conocidas. A modo de una tragedia que tiene al escritor como protagonista, quien habiendo reencarnado como un gato -un gato negro -y condenado a vagar por el mundo hasta el día en que el mundo logre ver el amor detrás de su enigmática y oscura imagen, le cuenta a un enterrador del cementerio Westminster Burying Ground (Baltimore) su trágica y dolorosa vida. 



  11- Hermética - Vientos de poder: Ésta es una mítica banda argentina de Thrash Metal que fuera liderada por  el siempre peculiar Ricardo Iorio. En 1991 la agrupación sacó a la luz el álbum "Ácido Argentino", en donde se encuentra el tema "Vientos de poder", que contiene en su comienzo, un fragmento del Martín Fierro de José Hernandez recitado en reverso.

“Los hermanos sean unidos,
porque esa es la ley primera.
Tengan unión verdadera
en cualquier tiempo que sea
porque si entre ellos se pelean
los devoran los de afuera” 



  12- Los Tipitos - Campanas en la noche: La banda marplatense formada en 1994 compuso la exitosa canción "Campanas en la noche" que está basada en el conocido poema de Edgar Allan Poe, "El Cuervo".



  13- Saurom Lamderth - Sombras del Este: La banda española de Folk Rock/ Folk Metal Saurom (Anteriormente conocida como Saurom Lamderth) se ha inspirado siempre en temas literarios. Ésta agrupación se ha basado en varios poemas, mitos, leyendas, ha dedicado un disco entero a recrear la pasión de Cristo desde el punto de vista de María, ha rendido tributo a la literatura clásica y andaluza; el material que presentamos en ésta lista, es un álbum conceptual doble basado en el primer tomo de "El Señor de los Anillos" de J.R.R Tolkien, "La Comunidad del Anillo".







  14- La Rue Morgue - Blues a dos mujeres: Ésta banda de Rock chilena, nos muestra desde su nombre, un homenaje a la literatura: "Los crimenes de la Rue Morgue" de E. A. Poe; Ésta banda, compuso una canción basada en la gran novela de Julio Cortázar "Rayuela", llamada "Blues a dos mujeres".



  15- Led Zeppelin - The battle of evermore: La legendaria banda de Hard Rock formada por Jimmy Page en 1968. Ésta canción escogida para la presente lista de obras, hace referencia -como tantos otros temas de la mítica banda -a la obra de J.R.R Tolkien.



  16- Rata Blanca - Bajo el poder del sol: La conocida banda de Hard Rock y Metal Clásico, Rata Blanca, también ha hecho su aporte a ésta cuestión. En el 2005, Walter Giardino y Cia, sacaba a la luz el álbum "La llave de la Puerta Secreta", que contenía algunas canciones basadas en la exitosa novela de Dan Brawn, "El Codigo Da Vinci".




17- Soda Stereo - Corazón Delator: La sumamente exitosa banda de Rock formada en 1982 y liderada por Gustavo Cerati, tiene en su discografía la canción "Corazón Delator", inspirada en el cuento de Edgar Allan Poe.



  18- Charly García - El fantasma de Canterville: Charly es un tipo que no necesita ninguna presentación, pues su trayectoria y su talento, son inmensos. Basta con escuchar una canción al azar de su autoría para constatar eso. El compositor e interprete argentino, ha compuesto la canción "El Fantasma de Canterville" que -curiosamente -salió publicada en el disco de otro gran músico argentino, Leon Gieco; disco que lleva el mismo nombre. La canción está basada en el relato del mismo nombre de Oscar Wilde.



  19- Azeroth - Randall Flagg: La banda powermetalera formada en 1995, publicó en su segundo disco, la canción llamada "Randall Flagg" basada en la novela "Apocalípsis" de Stephen King y en el personaje del mismo nombre (R. Flagg) que aparece en varias novelas de dicho autor.


20- Metallica - For whom the bells tolls: Todos, más o menos conocemos a éstos muchachos y sus trabajos pueden gustarnos o no (Personalmente, no me gustan demasiado, pero reconozco que tienen algunos discos buenos y un puñado de canciones memorables) pero hay que reconocerles el mérito de hacerse tan conocidos practicando un género como el Thrash Metal. La canción que hace acto de presencia, está basada en la novela "Por quién doblan las campanas" de Ernest Hemingway.



21- Blind Guardian - Nightfall in Middle-Earth: La banda alemana de Power Metal formada en 1984 es conocida por sus canciones inspiradas en la obra de escritores como J.R.R Tolkien, Stephen King y Geroge Martin. En el '98 los alemanes dan a luz a lo que quizá sea su disco más popular hasta el día de la fecha: "Nightfall in Middle-Earth"; disco conceptual basado en "El Silmarillión" de J.R.R Tolkien.



22- Oscar Chavez - Macondo: Oscar Chavez es un autor de diversos géneros de música popular y tradicional mexicana. La canción "Macondo" como seguramente, lector, habrás adivinado, está inspirada en la célebre novela de Gabriel García Marquez "Cien años de soledad".



  23- Tierra Santa - La canción del pirata: La banda española de Heavy Metal, Tierra Santa, ha inspirado su música en mitos, leyendas y obras literarias de distintos autores. "La canción del pirata" es una adaptación del poema de José de Espronceda del mismo nombre. Los españoles dividieron la canción en dos: la primera parte, es un tema potente y metalero, y la segunda, es una balada cuidada y fina.



  24- Carla Armas - Cuando en la noche (Rima XXV de Gustavo A. Becquer): Ésta pianista española realiza canciones por encargo (Un tanto extraño ¿Cierto? Aunque pienso que pese a que no es el tipo de música que suelo escuchar, es buena compositora) y al parecer en uno de sus trabajos, le puso música a la Rima XXV de Gustavo Adolfo Becquer.



  25- Iron Maiden - The Trooper: La conocida banda británica se ha basado siempre en mitos, leyendas y en obras literarias de varios autores. Uno de sus grandes clásicos, "The Trooper" está inspirado en el poema del Lord Alfred Tennyson "La Carga de la Caballería Ligera".



   Hemos llegado al fin de la publicación. Sin embargo, ésto puede seguir creciendo. Lo invito a usted, lector, a completar esta lista con algún tema o disco inspirado en la literatura. 

miércoles, 21 de mayo de 2014

Homenaje a Julio Cortázar en el Año Cortazariano.

    ¡Hola nuevamente a todos los lectores! Otra semana, y otra publicación. ¿Se dieron cuenta de que se está volviendo tradición el publicar los días miércoles? Bueno quizás no, pero yo, que escribo cada semana una nueva entrada para este blog, comienzo a verlo como una tradición, o una costumbre al menos. 
   Estamos en el Año Cortazariano. ¿Por qué? Treinta años de su muerte, cincuenta de la publicación de su gran novela, Rayuela, y por si fuera poco, cien de su nacimiento. ¿Qué este 2014 no es el Año Cortazariano? Dale amigo, cuentesé otra. 
   El escritor de nombre completo Julio Florencio Cortázar nació en Bruselas (Bélgica), -y aún así el hombre tomó la nacionalidad celeste y blanca -además de dedicarse a la escritura, se dedicó a la labor de traductor, y a la labor de la docencia. Publicó poesía, cuentos, novelas, ensayos. Su obra más destacada, o al menos más recordada, es sin lugar a dudas "Rayuela"; Una novela publicada por el querido escritor en donde nos encontramos con aquel romance lleno de altibajos en que se encontraban envueltos La Maga y Horacio Oliveira, un libro donde nos encontramos con una ambientación parisiense hermosa, donde el Jazz, la amistad, la filosofía y la metafísica juegan papeles exquisitos. Un libro de una narrativa sin igual y que pese a que es una obra de esas que se ven marcadas por una recepción que siempre se inclina hacia el amor o el odio, es una obra que no debe pasar inadvertida para ningún lector que sienta interés por el autor, o que se mueva a leerlo por simple curiosidad, o que quizás, tenga ciertas inquietudes literarias. "Rayuela", es -sin lugar a dudas -una obra que no puede pasarse por alto si lo que queremos es hablar de literatura en habla hispana. 
   Para ir terminando con esa parte de la publicación semanal en la que quien "habla" soy yo, voy a proponerles que en el presente año se dediquen a leer al señor que es motivo de homenaje. Aquellos que lo conocen van a hacerlo con mucho gusto seguramente, porque aquellos que lo conocen, saben de qué se trata. Aquellos que no, anímense. En la prosa y los versos de este tipo, vive una literatura que pide a gritos que vayas y la leas. ¿La vas a dejar ahí gritando en vano y clamando por vos? 

 Les dejaría ahora, algún fragmento de la genial novela "Rayuela", pero sería pecar por reduccionista pensar que puedo sintetizar la magnificencia de tan tamaña novela en un fragmento o un capítulo. Así que vamos a hacer una cosa, les dejo uno de mis cuentos preferidos de Julio y como regalito, un link de donde puedan bajar completita aquella novela que tanto les vengo nombrando. 




   Casa tomada (Bestiario, 1951)

         Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.
         Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos a mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.
         Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No sé por qué tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mí, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina.
         Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor de preguntarle a Irene qué pensaba hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba la plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.
         Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte mas retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y más allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho que llevaba a la cocina y el baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos.
         Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venia impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la puerta antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.
         Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:
         —Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo.
         Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.
         — ¿Estás seguro?
         Asentí.
         —Entonces —dijo recogiendo las agujas— tendremos que vivir en este lado.
         Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que tejía un chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco.


         Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene extrañaba unas carpetas, un par de pantuflas que tanto la abrigaban en invierno. Yo sentía mi pipa de enebro y creo que Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.
         —No está aquí.
         Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.
         Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerzo, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre.
         Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papá, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:
         —Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?
         Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel para que viese el mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.
         (Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.
         Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en vos más alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiados ruidos de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos más despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.)
         Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.
         No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuerte pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.
         —Han tomado esta parte —dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.
         —¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? —le pregunté inútilmente.
         —No, nada.
         Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora.
         Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.

Link de la novela "Rayuela": https://mega.co.nz/#!BgVh3QKT!3sEjvZ6sJWrcHJbxcOpWdAwmkF7cDpB6N4N-r5cET4k


miércoles, 14 de mayo de 2014

Bosque y Olvido

¡Hola otra vez! Como todas las semanas, vengo a publicar algo nuevo. La universidad y el tema de viajar todos los días, no me está impidiendo publicar semanalmente, al menos de momento, y eso es algo para festejar. (¿Es algo para festejar?). En fin. Siguiendo la linea de la publicación anterior, les dejo algo de mi autoría. Un cuento que escribí hace algún tiempo y me gusta bastante. Yo espero que a aquellos que lean el relato, lo disfruten. Me limito ahora a dejarles el cuento y me retiro. ¡Hasta la próxima semana lectores!



Bosque y Olvido

“Todo lo que vemos y cómo nos percibimos, no es más que un sueño dentro de un sueño” 
Edgar Allan Poe.

     Abría sus ojos, un poco sorprendido por poder hacerlo, y otro poco asustado, muerto de miedo por dar cuenta de que se encontraba lisa y llanamente perdido. Sintió el frío acariciar su piel y constató que estaba desnudo. Observaba. Arboles a su izquierda. Arboles a su derecha. Todo se tornaba muy misterioso para aquel que acababa de despertar. Sentía una angustia en el pecho, un dolor de proporciones inmensas y monstruosas. Intentaba recordar cómo había llegado a ese sitio, y su mente solo le devolvía una página en blanco y unas imperiosas e indecibles ganas de llorar –Y patalear si le fuera posible –pues se esforzaba, ponía todas sus energías en ello. Pero solo lograba hacer rodar por sus mejillas alguna lágrima redonda como un balón de futbol. También acudían a su cabeza intensos dolores. Pensó que quizás fuera eso a lo que la gente llama migraña. 
     De un momento a otro el hombre levanto su desnuda humanidad de aquel suelo lleno de lodo, donde tampoco faltaba la hierba alta y las incalculables hojas doradas caídas desde las cúpulas de los altos arboles. Maldijo su destino para sus adentros. Alzó un grito lleno de furia hacia el cielo y fue a golpear su frente contra un robusto árbol que se alzaba imponente ante él. El golpe de la embestida fue seco, y el sujeto fue a caer nuevamente al suelo, entre el lodo y las hojas muertas (Pulvis es et in pulverum reverteris) su cerebro había sido sacudido con fuerza. La fuerza de su propia furia, la fuerza de un pasado que no podía vislumbrar. Pero esas palabras ahora se movían por su mente, giraban y giraban, ocupaban todo su pensamiento. Pulvis es et in pulverum reverteris. ¿Quién era él? ¿De dónde venía? ¿Qué MIERDA hacia en ese bosque?
      Se sentó y abrazo sus rodillas, hamacándose en forma histérica. De pronto algo hizo corto circuito en su cabeza. Una visión paso por sus ojos, como un flash back en alguna serie de televisión. Una larga y sedosa cabellera dorada. (El hombre se toca la cabeza, corroborando que era calvo). Ropas que le daban a su aspecto un aire de poder y soberbia. (Acariciaba sus brazos desnudos y se protegía del frío). Y una mujer. Una hermosa mujer abrazándolo, acariciando el contorno de su rostro y besándole tierna y suavemente los labios mientras una sonrisa cálida iluminaba su rostro. (¡El dolor! ¡El dolor!). 
     ¿Quién era? ¿Quién era él? ¿Por qué estaba ahí? Sus manos eran ásperas ahora. Supuso que en otro tiempo no habrían sido así; sus uñas eran como las garras de un depredador indomable. Un tigre, quizás. Sintió algo moverse en su interior al hacer esa observación, y comenzó a reír histéricamente, a arañarse. A llorar.

       (¡El dolor! ¡El dolor!)

-Dios. ¿Qué es lo que hice para merecer todo esto? –Dijo habiéndose calmado, quizás horas más tarde. 

       Nada. Oyó un pájaro cantar a lo lejos. Un grillo podía oírse frotar sus alas en forma estridente. La escasa luz que le llegaba hacía que su soledad y la falta de una respuesta para sus interrogantes fuese el doble, o tal vez el triple de agobiante. Sentía el corazón huero, y no podía dejar de pensar en esas imágenes (La mujer), en esa sensación de poder que había sentido al vislumbrarse vestido de aquella manera. Todo era confuso y angustiante. TODO. A cada momento y cada instante, sentía que estaba a punto de acabar con su vida y sus preguntas. Al final, decidió comenzar a caminar. Se incorporo con cierto trabajo, y al hacerlo tropezó y cayó junto al árbol que había envestido hace solo unas horas atrás. Se sentía desdichado. Dio un largo y profundo suspiro y luego se volvió a incorporar con ayuda de aquel árbol fuerte, imponente y macizo –El sabia que aquel ser de la tierra era fuerte y macizo- El también era un ser de la tierra en cierto modo. O eso se dijo para sus adentros mientras, aun sujetado al fuerte tronco, observaba la copa de aquel asta del bosque. Solo que él no era fuerte ni macizo. Era débil y frágil. Era una copa del más fino cristal. No había comparación alguna frente al titánico ser del que se sostenía. Por fin reunió fuerzas y tambaleándose de un lado al otro comenzó a caminar. Pasó a paso, pie a pie. El silencio resultaba dulce, y un tanto aterrador a la vez. El sonido del silencio hacia extrañar al sujeto situaciones que no conocía. Quizás su subconsciente recordara muy vagamente experiencias de reuniones con amigos, o cosas similares. Por aterrador que fuese el bosque, le resultaba bonito y se le antojaba lleno de paz. El hombre seguía, no obstante, repitiendo una y otra vez aquellas escenas en su cabeza. Su cabello. Ropas que lo vestían muy bien. LA MUJER. Los besos. Las caricias… Algo despertaba en el, una indómita sensación de impotencia y furia. LA MUJER. Su cuerpo comenzaba a acelerarse, y su ritmo cardiaco aumentaba casi al infinito. Las mismas preguntas de siempre, y las respuestas de la brisa. Un silbido, un largo y eviterno silbido, que lo llenaba de impotencia y le hacía sentir en su propio interior el inconfundible hedor de la muerte. Siguió a paso lento y torpe caminando entre árboles, arbustos y pequeñas lagunas. La humedad era realmente insoportable, y el calor hacia lo propio. 
     A medida que exploraba el bosque comenzaba a notar que esa soledad oscura y tenebrosa le gustaba. De un modo extraño le despertaba una simpatía particular. Las ramas crujían mientras el proseguía su larga marcha, a paso irregular y tambaleante. Un paso sin ninguna sutileza, desprovisto de todo equilibrio. Una sonrisa leve se dibujo en su rostro al pensar en aquello. Pues se sentía cómodo, aunque el dolor en su pecho y los interrogantes no dejasen de molestarlo. Él sabía que había cosas que averiguar, pero… ¿Estaba dispuesto a arriesgarse a abrir las puertas que tuviese que abrir, y encontrarse con lo que sea que lo esté esperando allí? Un horror indecible lo atropello entonces. Pero se dijo que sí. Se dijo que era un riesgo que quería tomar. Inflo el pecho, orgulloso de su valentía y miro hacia el cielo. El sol de la tarde se filtraba entre medio de las hojas de los incontables árboles de proporciones titánicas que se alzaban a su alrededor. Escucho un crujir de hojas, y unos pasos veloces cerca de él. ¿Le estarían siguiendo? ¿Espiándolo quizás? Tragó saliva y cambio su rumbo en torno al sonido que acababa de oír. Anduvo lo más rápido que pudo en pos de aquel ruido de pasos entre hojas crujientes, tierra húmeda y algunos solitarios charquitos de agua, pero no fue capaz de ver nada realmente. Y ahora se había alejado de ese camino apenas marcado que se encontraba siguiendo desde hacía un tiempo. Estaba perdido, aunque lo había estado desde aquel momento en que despertara. 
     Miró en derredor. Pudo notar que el bosque aquí era mucho más espeso y oscuro. No había ni el más mínimo rastro de modificaciones realizadas por el hombre. La belleza de aquella espesura era siniestra. En algún punto, aquello además de agradarle, le pareció familiar. No le recordó a nada, pero una sensación de haber estado ahí se instalo en su cabeza como una especie de Deja-vu. El sol comenzaba a regalarle a la tarde sus últimas caricias. 
       El hombre sigue marchando hacia adelante. Sin rumbo fijo, hacia el frente. Escuchando el rumor de aquel sitio, y aquella quietud que se le antojaba tortuosa, aterradora. El silencio antes de la tormenta. Después de andar algunos minutos más en aquella soledad, topó con algo que en verdad no esperaba –Aunque para ser exactos, aquel ser no esperaba nada realmente. Quizás solo la muerte- Una cabaña moraba allí en medio de la nada. El hombre la observo minuciosamente a la distancia, parecía que sus ojos iban a salirse de sus orbitas oculares. Se refregó los ojos una o dos veces. Pensando que quizás aquello fuera como los espejismos que aparecían a los caminantes del desierto. Pero nada de eso, aquello parecía tan real como todo lo demás, y tenía el mismo toque de todo lo que lo rodeaba, un toque oscuro y lleno de malevolencia. Hizo una profunda inspiración como para darse ánimos y comenzó a caminar en dirección a la cabaña. Pudo notar que transpiraba, y que la leve herida que se había ocasionado al envestir al árbol, ya había coagulado. Había llegado a la puerta y allí se detuvo, algo en su cabeza daba vueltas. Una visión atropello su mente entonces. Un caballo moro se movía entre el bosque, montado por el hombre y la mujer. Bajaban en aquella vivienda. Abrían la puerta… Y ahí estaba él, en la puerta.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Sin Respuesta.


Sin Respuesta

   Llovía. Llamé cuatro o cinco veces a su teléfono celular. La incertidumbre, cicuta para el que espera. La luz. El trueno que le sucede. ¿Qué le habría pasado? Ella siempre me había atendido las llamadas, aunque por prudencia me volviera a bautizar aveces.  Me había llamado "Pá", "Vero", "Primo Cesar". No me enojaba. Yo la entendía. Ahora no atendía, y yo, enloquecía. Seguí caminando por aquella senda de la ciudad de Córdoba que por el horario, se encontraba imbuida de sombras. 
   Volví a llamar. 0-800 desesperación. 
  Harto de ese andar sin sentido -y después de blasfemar y una, y otra, y otra vez -pensé en volver al departamento. Quizá no me quería ya. Quizá su celular estaba apagado. O quizá... Quizá... No me sirve de nada seguir conjeturando sobre esto. Quizá mañana ella sea quien llame. El nuevo día traería respuestas... Quizá. 

martes, 29 de abril de 2014

La poesía de manos de un rockero parte III: Luis Alberto Spinetta.

   ¡Bienvenidos sean a una nueva edición de Brave New World! Hoy seguimos conociendo a la poesía de la pluma de los rockeros. En esta ocasión, es el turno de Luis Alberto Spinetta o "El Flaco Spinetta", para la mayoría. El libro al que pertenece el poema que les traigo, se titula "Guitarra Negra". Un libro en donde además de poder disfrutar de la poesía de este señor cantor y poeta, podrán también leer una entrevista a su persona. 
   Ahora, pese a que me gusta muchisimo lo que hacía Spinetta, no voy a caretearla, o a adularlo como al mejor músico argentino. Porque primero, no creo que lo sea, y porque segundo, siendo la carrera de L.A.S, una carrera musical muy extensa, yo me considero poco conocedor, y no me considero fanático suyo ni cerca. Aún así, vale decir que su genio se veía a simple vista, y que como poeta, hacía lo propio; eso es innegable.  Como siempre digo, una lastima que un artista como él haya tenido que morir para poder ser ampliamente reconocido. Una realidad bastante jodida si nos ponemos a pensar. Una realidad triste, triste como pocas. Esperemos que un día, aprendamos a reconocer a nuestros artistas cuando están vivos y coleando. Espero, personalmente, que las industrias que viven del arte, algún día dejen de lucrar con la muerte de esos que tienen esa magia tan particular que por lo general llamamos talento. 
   Tras esta breve introducción, los invito a leer un poema del señor Luis Alberto Spinetta y a descargarse su libro, si así lo quieren. 

Luis Alberto Spinetta - Guitarra negra

I

Yo nacía como un pato salvaje
pero era sólo consumación de brotes.
era eterno mi corazón eterna mi dicha
postrero el cuerpo para criaturarme.

Yo bebía de mi propia carne
como un secuestro de las razones no dadas.
Luego bebía de las viejas comarcas
ansiando que un suelo me proyectase desde la luz
como a un molino sensible
y el cielo me iluminaba
y yo ignoraba a los profetas.

Después me acomodaba en los látigos de la arena
detestando la sed infinita
obligándome dulcemente a echar del olvido al desierto
haciéndome fotos como ángel
como trueno
como especie inaudible de ritual corpóreo.

Y el silbido de mi viento interno,
eterno viento dentro de las uvas de las almas,
se consagró en los subsuelos del templo pagano
para perdurar en el antagonismo.
Ya que mis ramas carecen de rezos
Con los que al flotar se lea el horizonte.


martes, 22 de abril de 2014

La vida es la que recordamos: El adiós a Gabriel García Marquez.

  El 17 de Abril de 2014. O sea, la semana pasada, nos dejaba una figura icónica de la literatura universal. Uno de los orgullos de la literatura latinoamericana, y de la literatura hispanohablante (Con el permiso de Cervantez, claro). Un 17 de Abril de 2014, una novela lloraba en algún rincón. Ese día, no encontraba lector alguno. Ese día, alguien encontraba rastros de sangre en la nieve, y vivía cien años de soledad en tan solo 24 horas. 
  Lo cierto es que más allá de que seguramente -como pasa siempre -la muerte de un autor, puede ser también su mejor publicidad (Hecho lamentable, debería valorarse a los artistas mientras viven, aunque García Marquez haya logrado un tremendo reconocimiento) yo, espero que se lucre lo menos posible con la muerte de este señor, que pese a no ser de mis autores preferidos, uno no puede menos que admirarse de tan tamaña carrera literaria. Podría colgar por acá una frase para terminar de ilustrar este pequeño homenaje en mi blog, pero no lo voy a hacer. Prefiero dejarles un relato, que puede ilustrar en forma mejor y más completa esta publicación dedicada a su memoria. Porque García Marquez no es solo un par de frases bonitas, ni es simplemente un ganador de un nobel; Gabriel García Marquez es un icono, es un escritor influyente, pero es por sobre todas las cosas, su talento, y su propia memoria. No nos olvidemos que su memoria vive en sus historias, y es por eso que he elegido para cerrar este homenaje el cuento Ladrón de Sábado, de su autoría. 
   Y así llego al fin de esta publicación semanal, y de este humilde homenaje. La semana que viene, seguiremos leyendo poesía de la pluma de algún rockero, por ahora, los invito a leer algo de García Marquez, y deleitarse con su narrativa. ¡Enorme saludo! 


Ladrón de Sábado

    Hugo, un ladrón que sólo roba los fines de semana, entra en una casa un sábado por la noche. Ana, la dueña, una treintañera guapa e insomne empedernida, lo descubre in fraganti. Amenazada con la pistola, la mujer le entrega todas las joyas y cosas de valor, y le pide que no se acerque a Pauli, su niña de tres años. Sin embargo, la niña lo ve, y él la conquista con algunos trucos de magia. Hugo piensa: «¿Por qué irse tan pronto, si se está tan bien aquí?» Podría quedarse todo el fin de semana y gozar plenamente la situación, pues el marido -lo sabe porque los ha espiado- no regresa de su viaje de negocios hasta el domingo en la noche. El ladrón no lo piensa mucho: se pone los pantalones del señor de la casa y le pide a Ana que cocine para él, que saque el vino de la cava y que ponga algo de música para cenar, porque sin música no puede vivir.
    A Ana, preocupada por Pauli, mientras prepara la cena se le ocurre algo para sacar al tipo de su casa. Pero no puede hacer gran cosa porque Hugo cortó los cables del teléfono, la casa está muy alejada, es de noche y nadie va a llegar. Ana decide poner una pastilla para dormir en la copa de Hugo. Durante la cena, el ladrón, que entre semana es velador de un banco, descubre que Ana es la conductora de su programa favorito de radio, el programa de música popular que oye todas las noches, sin falta. Hugo es su gran admirador y. mientras escuchan al gran Benny cantando Cómo fue en un casete, hablan sobre música y músicos. Ana se arrepiente de dormirlo pues Hugo se comporta tranquilamente y no tiene intenciones de lastimarla ni violentarla, pero ya es tarde porque el somnífero ya está en la copa y el ladrón la bebe toda muy contento. Sin embargo, ha habido una equivocación, y quien ha tomado la copa con la pastilla es ella. Ana se queda dormida en un dos por tres.
   A la mañana siguiente Ana despierta completamente vestida y muy bien tapada con una cobija, en su recámara. En el jardín, Hugo y Pauli juegan, ya que han terminado de hacer el desayuno. Ana se sorprende de lo bien que se llevan. Además, le encanta cómo cocina ese ladrón que, a fin de cuentas, es bastante atractivo. Ana empieza a sentir una extraña felicidad.
    En esos momentos una amiga pasa para invitarla a comer. Hugo se pone nervioso pero Ana inventa que la niña está enferma y la despide de inmediato. Así los tres se quedan juntitos en casa a disfrutar del domingo. Hugo repara las ventanas y el teléfono que descompuso la noche anterior, mientras silba. Ana se entera de que él baila muy bien el danzón, baile que a ella le encanta pero que nunca puede practicar con nadie. Él le propone que bailen una pieza y se acoplan de tal manera que bailan hasta ya entrada la tarde. Pauli los observa, aplaude y, finalmente se queda dormida. Rendidos, terminan tirados en un sillón de la sala.
   Para entonces ya se les fue el santo al cielo, pues es hora de que el marido regrese. Aunque Ana se resiste, Hugo le devuelve casi todo lo que había robado, le da algunos consejos para que no se metan en su casa los ladrones, y se despide de las dos mujeres con no poca tristeza. Ana lo mira alejarse. Hugo está por desaparecer y ella lo llama a voces. Cuando regresa le dice, mirándole muy fijo a los ojos, que el próximo fin de semana su esposo va a volver a salir de viaje. El ladrón de sábado se va feliz, bailando por las calles del barrio, mientras anochece.