domingo, 14 de diciembre de 2014

Relato propio - Los que vienen de arriba


"En el amor desinteresado de un animal, en el sacrificio de sí mismo, hay algo que llega directamente al corazón del que con frecuencia ha tenido ocasión de comprobar la amistad mezquina y la frágil fidelidad del Hombre natural". Edgar Allan Poe.

         El patrón me manda a bajar. Dice que hay cosas que tengo que hacer ahí. Yo siempre le he sido obediente, y como estar acá arriba, en casa, me gusta más que la idea de bajar, le pedí quedarme. Pero no. Al final mi buen comportamiento me juega en contra. El patrón dice que me quiere para este trabajo porque yo he sido siempre el más bueno y el más obediente. Dos o tres de mis amigos –que siempre andan volando por ahí –se sorprenden de lo ocurrido y hablan de mí. Lo sé. Porque mirá vos, Gabriel que siempre fue tan obediente, aun en la época esa en que Luciano le propuso… Bueno, en la época en que Luciano se fue más abajo por insolente y soberbio. Todos se acuerdan ¿Cierto? Ahora tengo que pensar qué voy a hacer. Porque irse abajo (No tan abajo como Luciano esa vez) es dejar mis cosas de acá arriba siempre ordenadas. ¿Y después qué? La incertidumbre, el pisar el piso sucio de las calles que siempre miro de acá arriba, cruzarme con esa gente que no sé cómo será realmente. No sé. Quizá me vaya bien, pero tengo miedo o algo parecido, es saberme arraigado a este estado de pacifismo constante, y es saber que luego de irme no voy a estar así. Es que seguro voy a extrañar, y a eso le tengo miedo. 

Volví de lo de doña María. Esa señora es de lo más benévola que pueda uno imaginar. Estuve viendo todo el día, junto con ella que me ayuda a organizarme, qué va a pasar con mis cosas cuando me vaya, porque tengo mujer ¿Sabe? Yo tengo una vida, y una casa y un montón de responsabilidades acá arriba como para irme así como así, tranquilo y sin pensar en nada ni nadie. Quién iba a decir que después de tantos años… Es como dice Agustín, los otros se sorprenden de que me negara a la petición del patrón porque siempre fui el más buenudo del grupo. Nunca falta el que anda tratándome de chupamedias o algo parecido. Pero no importa. Yo sé que todos son muy buenos también, si fuese distinto no andarían volando de acá para allá todo el día atareados, sólo parando a la tardecita a descansar y tomar una cerveza con la gente que llega todos los días y no ha parado de llegar nunca. Me pregunto, por preguntarme nada más, si algún día este lugar se llenará y habrá que mandarlos ahí, más abajo, donde El Patrón mandó a Luciano cuando se hizo el cabrón. No creo que pase, aunque quién sabe… A veces el patrón tiene esas cosas; no digo que no sea bueno, pero a veces comete unas equivocaciones que te dejan helado. 

Qué bárbaro. Acabo de venir de recepción, de donde se inscriben los recién llegados y ahí había un señor bigotudo, yo lo conozco, escribía libros y la gente lo quería mucho, aparte era muy exitoso. El señor se había quedado demorado ahí por una cuestión de papelerío. Siempre es lo mismo acá. La gente que llega tiene siempre esos problemas. En fin. Yo iba a la oficina de Pedro, él me tenía que hacer un papeleo para poder bajar, porque a estas cuestiones hay que blanquearlas y nada, cuestiones burocráticas si se quiere. <<Vas a ver que es lindo abajo>> me dice Pedro que se lo veía ocupado con el papelerío de los recién llegados. Yo me encojo de hombros y no sé qué contestarle. Me inunda la incertidumbre porque vaya a saber uno a dónde voy a ir a parar. Quisiera quedarme cómodo acá, aunque sé que el patrón no me mandaría si no tuviese una buena razón para eso. Seguro el trabajo es importante. Salgo y me choco a otro de los recién llegados y me da risa, porque era un hombre de la comedia, éste hacía de un nene pobre y de un superhéroe que era muy torpe. Personajes muy tiernos. Lo saludé al señor y le dije cuánto admiraba su trabajo y seguí mi camino. Cuando llegué a casa hablé con mi mujer que estaba algo triste por toda esta situación de que me voy y de que no sabemos por cuánto tiempo será. Le di un beso y un abrazo y le dije que no se hiciera drama. Que volara en paz y yo volvería, que el tiempo allá abajo es más efímero y era todo muy diferente según cuentan los que han ido ya a trabajar ahí. Lloró un tiempo largo, sollozaba y me preguntaba por qué -¡imagínese! ¡Me preguntaba a mí! –y yo meta decirle que no eran decisiones mías y que en realidad no sabía, pero que las cosas se resolverían y ella estaría bien arriba, que se calmara por favor. 

Dejé todo en orden y empecé a bajar. En un momento empecé a sentir que me cubría de pelos y que las alitas de la espalda se me metían. Eso duele mucho. Me di cuenta de que no veía más y me asusté. Me sentía chiquito y cuando intentaba hablar me salía un sonido extraño. Siento una lengua –porque tiene que ser una lengua seguro –que me lame la cabeza y arriba, siento que algunos hablan re contentos <<Es re chiquito>>, <<Es re bonito, sí. Mirá el hociquito que tiene>>, <<¿Cómo le vamos a poner?>>. Ahora me maldigo porque me di cuenta. Me han mandado a cuidar a una familia de los de abajo, porque al parecer con uno solo que cuide de ellos no les basta.

1 comentario:

  1. Re lindo el cuento Juan. Re tierno y yo creo que es así. Son hermosos los animales y se merecen todo. Sos un genio. Tu mejor amiga Aye alias Porteña Jajajaja

    ResponderEliminar